Es el Primero de Mayo una fecha especial para toda la clase trabajadora. Lo es especialmente para quienes llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones. Y lo es porque nuestros enemigos de clase nos lo han marcado a fuego. Así, recordamos en esta fecha a los mártires de Chicago inmolados en el altar del capital por reivindicar la jornada de ocho horas. Pero no nos engañemos, fueron ejecutados por luchar para acabar con este sistema que nos oprime, fueron ejecutados por ser anarquistas.
Por ello no debemos olvidar su lucha, hoy con seis millones de parados es más necesario que nunca reivindicar no ya las ocho horas, sino las seis horas, reivindicar el reparto del trabajo pero también reivindicar el reparto de la riqueza. El sistema capitalista ha producido los ricos más ricos de la historia de la humanidad y a su vez ha llevado a la pobreza extrema al mayor número de personas jamás imaginado. Y no tiene bastante. Mientras no lo derroquemos seguirá haciendo a los ricos más ricos y que los pobres seamos cada vez más. Seguirá destruyendo la naturaleza y provocando guerras, porque el capitalismo es un sistema asesino que solo entiende de beneficios.
No estamos aún en condiciones de llamar a la huelga general revolucionaria y lejos estamos de poder realizar demostraciones de fuerza como las de antaño, pero lo estaremos. Y para ello es necesario preservar la maquinaria revolucionaria engrasada. Somos los que somos, pero contamos con la fuerza de nuestros principios y con la certeza de que la acción directa será la única táctica que conduzca al proletariado a su emancipación. Digámoslo bien alto, no hemos llegado hasta aquí para derrocar a CCOO y UGT y poner a otros en su lugar, estamos aquí para acabar con el modelo sindical vigente heredado del sindicato vertical de Franco. Estamos aquí porque somos el único sindicato del estado Español que reniega de las elecciones sindicales, que reniega de las subvenciones y de los liberados. Que reniega, a la postre, de usurpar la representatividad que solo puede residir en las asambleas de trabajadores.
Por ello, ahora más que nunca, construimos organización con nuestros principios, nuestras tácticas y nuestras finalidades claros, sin ambages, sin engaños, sin medias tintas. En las calles, en los centros de trabajo, sin líderes, ni dirigentes, desde la base, porque lo diremos siempre: la lucha es el único camino y ésta no se desarrolla en parlamentos o comités de empresa.
Por la revolución social, por la anarquía. ¡Gloria a todos los caídos en la lucha por la emancipación de nuestra clase!
¡Viva el Primero de Mayo! ¡Viva la CNT-AIT!