El pasado 9 de septiembre se comunicó mediante burofax la creación de la sección sindical en la empresa Fundación Asispa, que pertenece a ASISPA.
Desde entonces se ha intensificado el acoso contra la delegada de nuestro sindicato en esta entidad: ya no hay reuniones con nuestra compañera para coordinar los proyectos y se ha tratado de ningunearla para generar una tensión que contribuya a producir su desgaste. El objetivo se ha logrado en parte al conseguir que sufra un ataque de ansiedad que ha acarreado la correspondiente baja médica.
Esto ha sido la gota que ha colmado el vaso tras varios meses de relación difícil entre una entidad que ha mostrado escaso respeto por los derechos de las trabajadoras y nuestra delegada que, antes de la constitución de la sección sindical, ya había mostrado una cierta actividad reivindicativa con la que ha pretendido proteger dichos derechos.
Las principales desavenencias llegaron a partir el 14 de marzo, fecha del confinamiento por la pandemia provocada por el COVID19. Ese día la entidad advierte a sus trabajadoras que hay que trabajar tantas horas como sean necesarias (sin cobrar las horas extras, por supuesto), que hay que tener disponibilidad telefónica 24 horas al día por si hubiese una urgencia… La responsable del ayuntamiento ya lo había advertido (por escrito): era una situación excepcional por lo que había que olvidarse del convenio y de, por tanto, todos los derechos básicos de cualquier trabajador o trabajadora. Una situación así derivó en una sobrecarga de presión que provocó una primera baja de nuestra compañera debido a la ansiedad.
La reincorporación no supuso un cambio de actitud en materia de derechos laborales: la entidad niega a nuestra compañera un equipo informático tras su vuelta a la actividad laboral a inicios de mayo ya que afirma que los equipos disponibles ya están siendo usados por otras trabajadoras. Así podríamos seguir con múltiples irregularidades como la presencia de nuestra compañera en las oficinas de Asispa, que no es su lugar de trabajo, en días de mayo donde a causa de la pandemia estaba prohibido acudir. No es extraño que la coordinadora afirmara que “si viene una inspección de trabajo nos la jugamos porque no puedes estar aquí”.
En las últimas semanas la tensión se ha disparado ante la redacción del pliego para conseguir la adjudicación del contrato del Ayuntamiento de Madrid que ha supuesto dejar a 4 compañeras en la calle. La denuncia de esta y otras muchas injusticias ha acarreado presiones y amenazas de despido. La situación es complicada: el contrato de la adjudicación es público y la entidad trata de negar la evidencia. Muchas trabajadoras están en el punto de mira.
Por último, hace cinco días recibimos en el Sindicato de Enseñanza e Intervención Social un burofax de Asispa donde explica que no reconoce la sección sindical de CNT-AIT. En dicha comunicación, a medio camino entre la ignorancia y la irresponsabilidad, nos muestra que no sabe la diferencia entre una sección sindical y el comité de empresa y señala que no tenemos derecho a representar a las trabajadoras. Efectivamente no representamos a nadie, no es nuestro objetivo, sólo nos representamos a nosotras mismas.
La falta de respeto por los derechos de las trabajadoras, los ataques a nuestra delegada y la negación por parte de la entidad de los derechos sindicales de la CNT-AIT nos empujan a declarar la apertura de conflicto sindical contra ASISPA.