En febrero de 1940, Antonio García Álvarez (El Chófer) fue condenado a muerte en Consejo de Guerra sumarísimo; su delito el de «adhesión a la rebelión militar» por haberse unido voluntariamente como miliciano, a una de las Brigadas Populares del ejército republicano durante la Guerra Civil Española.
En los meses de reclusión en la Prisión Provincial de Málaga hasta su fusilamiento, Antonio, un conductor de taxi de adscripción anarquista escribió de forma clandestina un Libro de Poemas con 67 páginas, pidiendo como última voluntad en una carta de despedida, que se publicasen esos poemas.
Ese Libro de Poemas estuvo oculto durante décadas en el fondo de un armario en casa de unos familiares. Sus páginas liberadas son un vehículo de reflexión, pero hay más. Ni buscado desde el punto de vista cinematográfico hubiéramos encontrado el motor de esa escritura en prisión: una historia de amor. Todo está escrito para alguien, una mujer llamada “María Roa Jiménez”. La Historia, está en sus versos.
El documental se narra en primera persona por José Enrique Sánchez, uno de los autores de la película, y el familiar del protagonista que terminó con el libro de poemas de Antonio en sus manos de la manera más inesperada. Quedó tan fascinado por su contenido que se generó en su interior la pasión de reconstruir la historia de aquel hombre del que supo que era su tío-abuelo. Sánchez se convierte en el hilo conductor de un documental de investigación que a veces parece un thriller policial.
Este viaje de descubrimientos, que a través de las vivencias del protagonista nos muestra la conflictividad social en los años de la II República y la Guerra Civil Española, está contextualizado para el espectador mediante documentos e imágenes de archivo (algunas inéditas) y de otras fuentes en un «ir y venir en el tiempo».
Intensa será para el espectador la búsqueda de María Roa, el gran amor de Antonio durante su permanencia con el ejército republicano en la Sierra Morena Cordobesa, a la que dedicaba sus poemas escritos en la Prisión de Málaga. De ella sólo se conocen su nombre y apellidos y probablemente fue uno de los 32.500 refugiados en Villanueva de Córdoba empujados por el frente de guerra.
Encontrarla o encontrar su tumba para cumplir la última voluntad de Antonio de hacerle llegar sus poemas, expresada en la carta de despedida a su hermana Mariana, se convierte en objetivo esencial en la narración. Ítaca es el camino, sí. Pero también la llegada a la isla, en este caso. Y sólo al final el espectador descubrirá el desenlace.